Sorprendieron en 2002, en el Mundial de Indianapolis cuando se
convirtieron en la primera selección en ganarle al Dream Team. Emocionaron en
Atenas 2004 cuando repitieron la hazaña en semifinales y se colgaron la medalla
de oro en sus pechos. Por su enorme talento individual, pero sobre todo por su
espíritu colectivo como máximo estandarte. Porque supieron tener el mejor
cuerpo técnico posible, caracterizado por su rigor y por una estrategia
insuperable. Porque jamás se la creyeron. Porque durante 10 años se mantuvieron
entre los mejores cuatro puestos de los torneos más importantes y fueron los
N°1 del planeta. Porque fueron los mejores del mundo en un deporte que ni
siquiera es el más relevante de la Argentina (el fútbol y el automovilismo lo
son más). Porque cambiaron para siempre al básquetbol argentino. Porque su
legado también es de oro. Y nunca lo dejará de ser.
Valentin Varela 27 de noviembre de 2105
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